Todos los días estaba paradito al lado de la boleteria de la estación del tren, hiciera frío o calor, en invierno sin medias, siempre con carita de frío y su mirada tan triste "me da una ayudita doña" y ella siempre le daba las monedas del vuelto o le preguntaba "querés comer" y el chico aceptaba, entonces iban juntos al barcito, él elegía y ella pagaba, en invierno un café con leche con un sandwich, en verano helado y lo comia contento, satisfecho. Ella siempre lo trataba con dulzura, le sonreía y el su "gracias doña". No era la única que trataba de mitigar su hambre, su pobreza, mucha gente lo ayudaba, pero la única que lo trataba valorando su persona era ella, porque no lo hacía para acallar la conciencia, sino porque lo veía como si fuera su hijo, su sobrino, su hermanito, como un chico, pero solo. Ella lo observaba y veía más allá de los demás, por ejemplo cuando jugaba con los perros que vivían en la estación, abandonados a su suerte como el chico que también comían lo que la gente les traía. Ella veía como los acariciaba, como en invierno los perros se acurrucaban junto a él y le daban calor y su carita se iluminaba cuando lo lamian, le saltaban a su alrededor.

También ella observaba cuando venia con un ojo en compota, cuando no traía las medias que le había regalado, y entonces le preguntaba "quien te lastimo, te puedo ayudar, porque no usas las medias con el frío que hace", el chico se ponía terco y no hablaba, ella le acariciaba la cabeza y se iba porque el tren llegaba.

Ella hablaba con la policia apostada en la estación "no se puede hacer nada por este chico" "tiene que intervenir la justicia, además hay tantos..., si interviene un juez va a parar a un instituto de menores, mejor está acá, que quiere que le diga"

Un día no lo vió más, pregunto al boletero, al diariero al del bar, nadie sabia nada.

Una tarde de invierno ella bajo del tren, cruzó por el túnel y enfiló hacia la plaza, los que bajaron con ella se dispersaron al llegar a la avenida. Paró en la esquina porque el semáforo estaba en rojo, se le acerca un muchacho le pide la cartera, ella lo mira asombrada y no atina a nada, el muchacho nervioso la amenaza, ella hace un movimento brusco, para darle la cartera que tenía colgada de su hombro, el jóven interpreta mal el movimiento y ella siente un dolor punzante, algo caliente que corre por sus piernas y cae, el muchacho corre y recuerda "quien te lastimó, te puedo ayudar" y mientras corre y corre las lágrimas resbalan por sus mejillas.

Pdta: no tengo el don de la escritura pero me comprometì a escribir un blog denunciado la triste vergüenza de nuestros niños, los niños de la calle, es mi forma de gritar, HAGAMOS ALGO, DESPUES PEDIMOS BAJAR LA EDAD DE IMPUTABILIDAD, MANO DURA, PERO ES NUESTRA DEUDA, NUESTRA DEUDA INTERNA. SACAR A LOS CHICOS DE LA CALLE, ENVIARLOS A LA ESCUELA, TENER LUGARES APROPIADOS PARA ELLOS, QUE ESTAMOS ESPERANDO!