Esperando a la muerte


María no tenia hijos ni parientes cercanos. Hace algunos años había enviudado y no se había vuelto a casar. Con sus 68 años pensó que en cualquier momento podía partir al otro mundo. Por eso tomó la decisión de tener todo arreglado para no molestar a ningún pariente lejano, vecino o amigo. Lo primero que mandó hacer fue su ataud, elegió la madera y el diseño, luego fue a una modista y escogió un vestido turquesa, su color favorito para que la vistieran asi el día de su muerte, También dejo pago a la maquilladora para que la preparara y tuviera un aspecto agradable. Claro está que también tenia compranda la tierra donde descansarian sus restos.
María no temia a la muerte, era evangelista, amaba a Jesús y para ella era sólo un paso a otra dimensión para reunirse con sus seres queridos que ya no estaban en este mundo y estar cerca de su amado Jesús, por eso ese día ella queria estar hermosa.
Ese invierno fue muy frío, en la última semana las intensas nevadas no permitieron a la gente salir de sus hogares. Pablo el vecino más cercano a María, advirtió cuando el tiempo mejoró que hacía unos días que no la había visto. Decidió ir a su casa, golpeó, toco timbre, la llamo, pero nada, finalmente decidió llamar a la policía informando lo que pasaba.
La encontraron caída al pie de la escalera, un celular a su lado, estaba muerta de hacia varios días, su aspecto impresionaba, la policía se sorprendió al ver detrás de una puerta un ataud y un vestido turquesa extendido sobre la cama.

La mirada


Cuando abrió el maxiquiosco de la calle Entre Ríos a la vuelta de la oficina donde trabajo, enseguida me converti en una fiel clienta, tienen buena mercaderia y a precios razonables. El negocio es atendido por una pareja de peruanos, muy trabajadores y amables. De ir todos los días a comprar la ensalada o la tarta para mi almuerzo surgía siempre alguna conversación relacionada con el tiempo, el fin de semana que se avecinaba y más adelante comenzamos a hablar de nuestros hijos. La señora tenia en ese tiempo una hijita pequeña y estaba embarzada, dado que también le compraba las figuritas que coleccionaba mi hijo que por aquellos días contaba con 8 años de edad, resultaba natural que comentaramos cosas sobre nuestros hijos.
Al tiempo nació el segundo hijo, esta vez un varoncito, los chiquitos se criaban en el negocio y la mamá se las arreglaba para ayudar al marido y cuidar a los pequeños. Asi fue pasando el tiempo y nuestra relación continuó compartiendo nuestras pequeñas historias cotidianas.
En algún momento comenzaron a trabajar con ellos paisanos debido a que cada vez tenian más clientela, la señora dejo de venir porque los hijos comenzaron la escuela y ella estaba más absorvida con sus tareas, además ya no querian venir al kiosco, preferian jugar con su computadora, por lo cual deje de tener las pequeñas y agradables conversaciones de todos los mediodias.
Por esa época comenzó a trabajar un chica muy jóven, no creo que tuviera más de 18 años. Note con asombro como la joven lo encaraba al esposo de la señora de forma audaz, siempre se lo chocaba y lo miraba intensamente de esa forma en que miramos las mujers cuando sabemos que queremos conquistar a un hombre. El peruano no demostraba nada. Segui observando con el pasar de los días y note que la jóven no aflojaba y senti una alarma interior y angustia por la mujer que ya no venia por el comercio. No obstante el hombre parecia indiferente ante la actitud de la chica.
Quiso el destino que a los pocos días me cruzara con la señora que venia de la escuela con los chicos, contentas nos saludamos y como quien no quiere la cosa le pregunté sino iba más por el negocio. Me dijo que no tenia con quien dejar los chicos, que con la escuela estaba más atada porque los apoyaba en sus tareas escolares. Le pregunté por la chica nueva, para saber quien era, yo queria ayudarla, advertirle de manera sutil, darle algún indicio, queria gritarle "volve, alguien te quiere seducir a tu esposo". Me dijo que era su hermanita menor que hacia poco había llegado del Perú. Ah dije sin saber que agregar, la mire intensamente con tristeza y amargura, la salude y segui mi camino.
No paso mucho tiempo que la señora volvió a ocupar su lugar en la caja, cuando la vi me puse contenta y empezamos otra vez a conversar. A los días no pude más con mi curiosidad y le pregunté por la hermana que ya no estaba en el negocio. Ella me sonrió y me dijo "se volvió para el Perú, encontré una persona que se ocupa de los chicos" "que bueno" le dije, ella me clavo la mirada y me dijo "ese día que nos encontramos supe que queria advertirme de algo, sus ojos, su mirada,entoncés vine al local y adverti lo que pasaba, compredes verdad" "si" respondí "comprendo".