El hombre pájaro

Me enteré de su existencia por mi hijo Dami, él me contaba que los chicos desde el micro escolar le gritaban "chau hombre pájaro". No tenía idea de quien era ni porque le decían asi, hasta que un día pasé por la esquina donde estaba este hombre y quedé impresionada porque realmente el mote estaba muy bien puesto. Es un hombre de mediana edad que está siempre en la misma esquina, bien vestido, limpio y aletea sus brazos cual pájaro que quiere levantar vuelo. Ese aleteo se incrementa en la medida que los autos pasan más ligero. Tiene una cara de hombre grande con ojos de niño. Pasaron los años, 6 para ser exacta y el hombre sigue alli, más grande, más canoso, pero siempre aleteando sus brazos. A veces veo al pasar un hombre o una mujer ya grandes, que presumo deben ser sus padres que lo pasan a buscar, viven en esa misma cuadra. Me da ternura el hombre pájaro, supongo que está en su mundo y debe ser feliz, pienso en sus padres que van envejenciendo junto con él y su preocupación cuando ya no estén, si tendrá otros familiares. Siempre que paso con el auto lo saludo y él deja de aletear, me mira y mi hace chau con su mano, Franco se rie y me dice "no lo saludes, no ves que le cortas la inspiración". Aunque resulta un poco triste verlo asi, también creo que el logró lo que todos soñamos, seguir siendo niños, sin preocupaciones y sólo pensando en juegos. Me pregunto si esa canción que canta Alberto Cortez,que se llama "Castillos en el Aire", se habrá inspirado en alguien como este hombre pájaro, por eso les dejo sus primeras estrofas para ejemplicar mejor lo que siento cuando lo veo al hombre pájaro Quiso volar igual que las gaviotas, libre en el aire, por el aire libre y los demás dijeron, ""¡pobre idiota, no sabe que volar es imposible!"". Mas él alzó sus sueños hacia el cielo y poco a poco, fue ganando altura y los demás, quedaron en el suelo guardando la cordura. Y construyó, castillos en aire a pleno sol, con nubes de algodón, en un lugar, adonde nunca nadie pudo llegar usando la razón. Y construyó ventanas fabulosas, llenas de luz, de magia y de color y convocó al duende de las cosas que tiene mucho que ver con el amor. En los demás, al verlo tan dichoso, cundió la alarma, se dictaron normas, ""No vaya a ser que fuera contagioso..."" tratar de ser feliz de aquella forma. La conclusión, es clara y contundente, lo condenaron por su chifladura a convivir de nuevo con la gente, vestido de cordura.