Segunpasalavida quiere disfrutar de tiempos de amor y paz
Datos personales
- tia elsa
- Buenos Aires, Argentina
- tengo 52 años, soy licenciada en administración, madre de 3 hijos de 26, 23 y 9 años, casada hace 28 años (una rareza), me gusta leer, viajar, estar en familia y descubri lo maravilloso de los servicios que ofrece internet y ahora tambien forma parte de mis placeres. Simplemente deseo contactarme con otros y compartir pensamientos, viajes, de todo un poco
El ciego justiciero
La jóven pareja estaba recorriendo el centro del pueblo cuando ella dijo "ay si vamos a comprar helado", el jóven sonrió, sabía que su chica moría por el helado y en especial por el de "Montego" y allí se dirigió. La heladería estaba justo en la esquina y no había lugar donde estacionar, entoncés el muchacho pensó "paro el auto acá, en la bajadita para peatones, si veo que alguien no puedo pasar me voy". Así acordó con la jóven, quien bajo del auto y se dirigió a comprar helado, mientras su pareja esperaba en el auto. El muchacho distrajo su atención mirando una vidriera, gente que pasaba, mientras pensaba en el calor que hacía y lo bien que estaba en el auto con el aire acondicionado. De pronto el auto se sacudió y escuchó golpes, para su asombro un señor mayor con un palo blanco le pegaba al auto para que tenga y para que guarde. El jóven bajo del auto tratando de parar los golpes del ciego, que para su sorpresa tenia bastante fuerza, a tal puento que se eocntró en medio de la calle tratando de sostenerle los brazos para que no le pegue. En ese momento pasó por la cabeza del muchacho que pensarían los transeúntes y la gente que estaba en los comercios, viendo a un jóven en una lucha contra un señor mayor y ciego. Finalmente logró cruzar la calle mientras mantenia abrazado al ciego que trataba de continuar repartiendfo palos a diestra y siniestra. El hombre lo insultó y le dijo que estaba harto que todos los automovilistas le bloquearan las bajadas para peatones. El jóven le pidió disculpas y le explicó que él estaba allí parado sólo por un momento y que si le hubiera hablado se habria ido. El señor siguió insultandolo y se fue. Otras personas se acercaron y le dijeron que siempre hacia lo mismo, sobre todo en esa esquina donde por lo general estacionaban mal por el tema de la heladería.
La chica salió con el balde de helado de un kilo superfeliz, mientras buscaba a su pareja que no estaba en el auto.
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