La gente está loca, loca, loca....


Domingo promediando la mañana salimos con Franco a caminar, es una costumbre que tenemos desde hace un tiempo porque nos gusta, vamos conversando, mirando jardines, saludando a los muchachos de las garitas de seguridad, a otros que tienen la misma costumbre y a la misma hora y que de tanto cruzarnos ya nos conocemos. Hasta ahi, todo lindo, los pajaritos, las florcitas, faltan los violines de fondo, pero.....está la gente loca, esa que te puede amargar una simple e inocente CAMINATA. Paso a relatar:

A mitad de cuadra vemos que tiran agua sin mirar baldeando la vereda, cuando llegamos a esa altura notamos que la señora hacendosa estaba dentro del garage y de allí sin mirar para ver si venia alguien, seguia tirando agua a lo bestia, entoncés yo grito,: "cuidado vamos a pasar". Aquí viene la publicidad jua!, no viene una aclaración, aunque hubieramos bajado a la calle nos mojaba igual porque tiraba con fuerza y además es una calle muy transitada,pasan colectivos y justo ahi hace una curva, o sea que el conductor del vehìculo que fuere cuando te ve ya estás en el horno. Dicho esto prosigo, basto que anunciara nuestra presencia para que la mujer nos empezara a gritar "no ven que estoy baldeando, como se ve que esto en provincia, tarados...." y otros insultos varios, Franco perdió la chaveta y le contestó "loca y vos dónde vives, si estuvieras en capital flor de multa te harían por baldear a esta hora". Cuando vi que la mujer salia con un balde le dije a Franco "rajemos que esta nos moja" y eso hicimos era lo más sensato.

Ahora lo cuento con humor pero me amargó el domingo, porque me planteo ya ni salir a caminar se puede, tan mal estamos.

Vamos a jugar?


Creo que a todos nos gusta recibir regalos, a veces los esperamos y tenemos la ilusión que sea aquello que deseamos. Otra veces resultan inesperados y la sorpresa y alegría son dobles, Otras veces no se acuerdan y a la desilución se une la bronca y la tristeza (sobre todo cuando el olvidadizo es la pareja). Pero hoy quiero referirme a esos regalos que cuando los abrimos sentimos lo peor, que no nos gusta para nada. Cuando el que hizo el regalo pregunta ¿te gusta?, tragamos saliva, tratamos de lograr una sonrisa y un si que suene creible (bueno, hay todo en la viña del señor alguno quizás manifieste su disgusto), pero convengamos que en general tratamos de no herir al otro (después de todo a caballo regalado no se le miran los dientes).

Por eso les pido que hagan memoria y recuerden cual fue el peor regalo que recibieron, y como reaccionaron.

Mi peor regalo, un camisón que me regalo Franco cuando estaba por nacer Damián, era tan gigante que aún a punto de parir me flameaba y encima de franela!!!